viernes, 12 de abril de 2013

DOÑA MARY, DE MIL OFICIOS A REINA DE LA PATASCA Y DEL CHICHARRON SERRANO



Su historia de éxito empezó como un cuento de hadas. Con un inicio triste y complicado, pero con un final feliz.
María Palomino, “Doña Mary”, nació en Pucará (Huancayo), donde tuvo una vida dura y difícil. De niña perdió a sus padres en un accidente, por lo que tuvo que cuidar de sí misma, mientras su hermano mayor viajaba a Lima en busca de un futuro mejor.

Al cumplir 17 años, Mary viaja a Lima junto a una amiga para escapar de la pobreza y para buscar a su hermano a quien le había perdido el rastro. Su primer trabajo fue vender ropa en La Parada, al mismo tiempo limpiaba casas, lavaba ropa, cocinaba, cuidaba niños, etc. 

Al pasar los años, ya casada y con hijos, de forma accidental logra ubicar a su hermano extraviado que estaba abandonado en un hospital, inválido al haber sufrido un accidente. Desde ese día, María Palomino decidió cambiar su destino, a cargar sobre sus hombros la responsabilidad de sacar adelante a sus hijos y a su hermano y se convirtió en mil oficios.


Consiguió una carretita y empezó a vender habitas y papitas sancochadas ambulatoriamente en Surco. Después incursionó en la venta de frutas y verduras en el Mercado Jorge Chávez en las primeras horas del día, y a la vez vendía menús en su casa. Mujer incansable y de acero, regresa al mercado pero en las noches para vender papas rellenas, anticuchos, chicharrón serrano y patasca. La buena sazón de sus platos hizo que rápidamente tuviera clientes en el mercado, luego en todo el distrito, incluso taxistas de todo lima llegaban al Mercado Jorge Chávez para buscar la deliciosa patasca de "Doña Mary". 


Su fama creció tan rápido, que llegó a oídos de Gastón Acurio, quien con sus cámaras la visito para probar su famosa patasca. Doña Mary no sabía nada sobre Gastón ni de su fama, ni lo que significaba ser visitado por el Rey Midas de nuestra gastronomía. Ese día lo trato como a un periodista más, incluso se quedo muchas veces muda ante la cámara a pesar de los esfuerzos de Gastón, quien quedó encantando con la patasca y los chicharrones de Doña Mary.


Después de la emisión del informe en el programa de Gastón, el Mercado Jorge Chávez se vio inundado de cientos de comensales que deseaban probar la patasca de Doña Mary. Desde ese día decidió ampliar el negocio y alquiló dos stands en Polvos Celestes, al lado del Mercado Jorge Chávez en Surco. Ese mismo año llegó la invitación para MISTURA, donde ha participado todos los años desde el 2009.


A pesar de la adversidad que le tocó vivir, siempre tuvo fuerzas para salir adelante por su familia. A sus 63 años, sus fuerzas siguen intactas para hacerse presente por quinta vez en Mistura y demostrar porque es la Reyna de la Patasca y el Chicharrón Serrano.


Doña Mary se ubica en Polvos Celestes en Surco (Av. Jorge Chávez cuadra 7), desde las 8 de la mañana, todos los días, un punto de visita obligada donde obreros, oficinistas, provincianos, limeños de antaño, niños, viejos,  etc., caen rendidos ante su sazón.


viernes, 8 de febrero de 2013

MAGALY SILVA, LA REYNA DE LOS TAMALES


Lleva el sabor y la tradición en sus manos. Su bisabuela, su abuela y su madre fueron tamaleras a mucho orgullo. Ella no quiso seguir la tradición familiar, quiso ser cosmetóloga, pero tuvo que abandonar sus sueños para cumplir la promesa que le hizo a su madre en su lecho de muerte. Hoy es considerada la REYNA DE LOS TAMALES, un título que le ha costado mucho sacrificio. 




Su madre Felicia Cordero era una mujer luchadora y dura, que tenía que sacar adelante a toda su familia con el arte de sus manos. En esos años la la vida era dura, por eso casi no tenía tiempo para engreír a sus hijos, más importante era que no les faltara nada. Magaly Silva, a los 6 años, debe separarse de su madre y sus hermanos debido a que su hermano menor tenía  polio y en ese entonces se creía que era contagioso. Se fue a vivir con unas monjas donde aprendió a leer y escribir. Los dos años con las monjas le sirvieron para comprender lo que es la necesidad y la dureza del trabajo de su madre. Por eso, al volver a casa, se esforzó en ayudar a mamá y aprender la receta familiar del  tamal de pollo y chancho, herencia de su bisabuela. 



Desde entonces, cada madrugada  acompañaba  a su madre a cargar su canasta de tamales desde su casa en Comas hasta la cuadra 5 de la Av. Tarapacá en el Rímac. Cada sábado y domingo, antes de las 6 de la mañana, la pequeña Magaly despertaba a sus vecinos con su grito potente y melodioso “¡Tamales, llegaron los ricos tamales...tamales calientitos...!”.  Su grito se convirtió en una tradición todos los fines de semana.

Al pasar de los años, la adolescente Magaly anhela ser algo más que una tamalera. Entiende que debe hacer algo diferente para progresar en la vida, por lo que decide dejar el negocio familiar para estudiar cosmetología.  Pero el destino ya le tenía trazado su destino: su madre enferma y en su lecho de muerte  le pide seguir con la tradición, convencida que su “Magy” es la única de su familia que ha heredado el arte de hacer tamales.  


 Con tan sólo 19 años y la tristeza de haber perdido a su madre y con la responsabilidad de mantener a su familia;  Magaly decide convertirse en una mujer y se echa el negocio familiar encima, pero dándole su toque especial:

A los clásicos tamales que aprendió de su madre, creó un tamal de pulpa de cangrejo que la hizo conocida y fue el inicio de su éxito.  A pesar de la gran demanda del nuevo tamal, decide seguir arriesgándose y realiza más combinaciones de sabor y tamaño. Fue la primera en lanzar el tamal de maíz morado, además de recuperar la receta del tamalito verde. También empezó a revalorar las humitas, presentando distintas variedades para los paladares más exigentes. A todo esto le suma una cadena de distribución a través de taxistas que recorren, cada fin de semana ,distritos como Los Olivos, Callao, Miraflores, Jesús María, San Isidro y La Molina para llevar los deliciosos tamales de Magaly Silva a las más variadas mesas. 


A pesar del éxito alcanzado, el destino le puso más retos en su vida: le diagnostican una enfermedad terminal y le dicen que debe abortar al bebé que lleva en su vientre. Cómo toda mujer luchadora Magaly le hace frente al destino y decide tomar las riendas de su vida.  Junto a su esposo Héctor deciden llevar el embarazo adelante y seguir trabajando más duro...y como la vida premia a los luchadores, Magaly recogió los frutos de su esfuerzo: Ahora es una orgullosa madre, su mayor triunfo.  Génesis, su hija, significó un nuevo inicio en su vida y es quien le impulsa a seguir adelante. Le gusta la cocina y no sería extraño que siga la tradición familiar.



Su fama ha trascendido nuestras fronteras: viajó a Colombia a una feria gastronómica y el Presidente Alvaro Uribe y la Primera Dama se rindieron al sabor de sus tamales y su ají de gallina. Ha empezado a exportar sus tamales a Estados Unidos, España, Francia y Alemania, donde sus tamales cautivan a la comunidad peruana y latinoamericana.

Ha participado en Mistura desde su inicio, ganando el AJI DE PLATA en el año 2010. Además es una de las participantes con mayor cantidad de ventas, llegando a vender diariamente más de 10 mil tamales. Innovadora y creativa, el 2011 presentó el TAMAL DE CUY, el TAMAL DE CARAPULCRA y el TAMAL DE CHICHARRON, convirtiéndose en un éxito de ventas y de cobertura periodística. Este año presentará en INVITA PERÚ el TAMAL DE QUINUA Y ALPACA que ya se degustó en Cusco.


Ella considera que el éxito de su empresa se debe al apoyo de su esposo Héctor Trujillo y a sus jóvenes colaboradores, a quienes a capacitado y enseñado sus secretos con todo su amor, como si fueran sus hijos.
A pesar del éxito y la fama, cada fin de semana encontrará a Magaly Silva en la esquina de la cuadra 5 de la Av. Tarapacá en el Rímac, vendiendo sonriente sus deliciosos tamales. Para Magaly “Los tamales tradicionales tienen el valor de las artesanías, pues llevan el cariño de las tamaleras...hacer tamales es como hacer el amor".